Luis Planas llama a adaptar la PAC a la emergencia climática

El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha subrayado que la adaptación de la Política Agraria Común (PAC) a la emergencia climática es un paso crucial para garantizar la sostenibilidad del sector agroalimentario español. Su propuesta busca proteger la competitividad de las exportaciones y asegurar que los productores españoles puedan responder a las exigencias ambientales de la UE y de los mercados internacionales.

Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas
Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas

Lo esencial

  • Qué cambia: Llamamiento a ajustar la PAC con mayor orientación climática y sostenibilidad.
  • A quién afecta: Agricultores, cooperativas, industria agroalimentaria y exportadores de productos agrícolas.
  • Cuándo aplica: Dentro del marco PAC 2023-2027 y en futuras reformas posteriores.
  • Qué hacer ya: Preparar planes de adaptación, invertir en tecnologías verdes y revisar certificaciones medioambientales.

La declaración de Luis Planas llega en un momento de máxima sensibilidad para el sector agrícola español. La crisis climática no es una amenaza futura, sino una realidad presente que está afectando de forma directa a la producción y a la rentabilidad de explotaciones en todo el país. Sequías prolongadas, inundaciones repentinas y olas de calor extremas han reducido rendimientos en cultivos estratégicos como el olivar, la vid y las frutas de hueso. Frente a este escenario, el ministro insiste en que la PAC no puede ser rígida, sino que debe evolucionar para ofrecer mecanismos de respuesta rápida a un entorno cada vez más inestable.

La Política Agraria Común es el instrumento central de apoyo al campo europeo, y España, como uno de los mayores beneficiarios, necesita que los fondos no solo se destinen a garantizar rentas, sino también a preparar al sector para los desafíos medioambientales. Planas sostiene que el futuro de la agricultura española pasa por un modelo que combine productividad con sostenibilidad, donde el uso eficiente de recursos como el agua y la energía sea prioritario. La modernización del regadío, por ejemplo, se presenta como una línea estratégica: tecnologías de riego inteligente, sensores de humedad y digitalización del campo podrían marcar la diferencia en la resistencia de las explotaciones.

El agro español es una de las principales potencias exportadoras de la Unión Europea. Con más de 70.000 millones de euros en ventas exteriores, la alimentación española se posiciona en mercados tan exigentes como Alemania, Francia, Reino Unido y Países Bajos. Estos destinos demandan cada vez más productos certificados como sostenibles, con huellas de carbono controladas y prácticas agrícolas alineadas con la economía circular. Para mantener su competitividad, los productores españoles no solo necesitan apoyo financiero, sino también marcos regulatorios que se adapten a las nuevas exigencias.

Planas ha propuesto reforzar los seguros agrarios, que se han convertido en una herramienta fundamental frente a fenómenos meteorológicos extremos. Con sequías prolongadas y granizadas intensas, los seguros deben cubrir un espectro más amplio de riesgos para garantizar la viabilidad de explotaciones medianas y pequeñas. Este aspecto es crucial, porque muchas de estas explotaciones constituyen el tejido rural que sostiene la economía local y evita el despoblamiento de regiones agrícolas.

Otro de los puntos destacados es la promoción de energías renovables dentro de las explotaciones. El autoconsumo fotovoltaico, el biogás generado a partir de residuos agrícolas y el uso de maquinaria eléctrica podrían reducir tanto los costes de producción como las emisiones. España tiene una ventaja competitiva en energías limpias, y extender esta capacidad al campo significaría avanzar hacia un modelo de agricultura baja en carbono, atractivo para los mercados europeos que valoran la trazabilidad y la sostenibilidad.

La agricultura regenerativa es otra línea que el ministro considera prioritaria. Se trata de recuperar la fertilidad de los suelos, aumentar la biodiversidad y reducir el uso de fertilizantes químicos, sustituyéndolos por técnicas naturales. Aunque este cambio requiere inversión inicial y formación, a largo plazo representa una vía de adaptación resiliente que protege tanto al medio ambiente como a la capacidad productiva del país.

El llamamiento de Planas no se limita a medidas técnicas, sino también a un cambio en la gobernanza de la PAC. Según su planteamiento, la Unión Europea debe conceder mayor flexibilidad a los Estados miembros para adaptar las políticas a sus realidades climáticas específicas. España, con un clima mediterráneo particularmente vulnerable a la desertificación, necesita margen de maniobra para diseñar estrategias propias de adaptación. Esta flexibilidad permitiría implementar soluciones ajustadas a cada territorio, desde Andalucía hasta Aragón, sin depender de un marco normativo demasiado uniforme.

El sector exportador agroalimentario recibe este mensaje como una señal de que la sostenibilidad no es una opción, sino un requisito. Las cadenas de distribución internacionales ya exigen certificaciones ambientales, y los consumidores, especialmente en mercados nórdicos y centroeuropeos, valoran productos cultivados bajo estándares ecológicos. En este contexto, la adaptación climática de la PAC será determinante para que España no solo mantenga su cuota de mercado, sino que logre expandirse en nuevos nichos de productos premium sostenibles.

Por último, el ministro subraya que el futuro del campo español pasa por una colaboración estrecha entre administraciones, agricultores, cooperativas e industria tecnológica. La digitalización, el big data y la inteligencia artificial aplicados a la agricultura serán herramientas clave para anticipar sequías, optimizar recursos y planificar cosechas con precisión. La transición hacia este modelo requiere inversión, pero también un marco regulatorio que acompañe y facilite el cambio.

Conclusión:
La intervención de Luis Planas representa una llamada a la acción para transformar la agricultura española en un sector preparado para el siglo XXI. Adaptar la PAC a la emergencia climática no es solo una cuestión ambiental, sino una estrategia económica crucial para proteger exportaciones, atraer inversión y garantizar el futuro del medio rural. Para los exportadores, es un aviso claro: quienes apuesten por la sostenibilidad estarán mejor posicionados en los mercados internacionales del mañana.

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Fuente oficial: MAPA

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